sábado, 26 de mayo de 2007

Con los Ojos de un Niño


Pocas veces suceden cosas extraordinarias en nuestras, a veces, monótonas vidas. Cuando esto sucede es bueno darse el tiempo para contarlo a los cuatro vientos. En este caso, a las cuatro esquinas de la hoja.
Qué puede ser tan extraordinario, preguntaran ustedes. El darse cuenta del valor de los pequeños momentos, respondo. Es una riqueza que todos podríamos poseer, pero sin embargo, este tesoro, se escurre de nuestros bolsillos como arena al viento.
Respiren hondo y dense tiempo de disfrutar del momento.

Thièrry (mi hijo) unos tres meses después de nacido me deleitaba, todas las mañanas, con una gran sonrisa antes de salir de mi casa. Lo veía acostado en su cuna, mirándome con unos ojos plenos de felicidad en su estado mas puro. Eran una intoxicación de dicha y gozo de vivir y estar en ese espacio llamado hogar. Todas las mañanas esperaba esa sonrisa que me daba fuerzas y me recargaba las pilas para seguir como el conejito de Duracell tocando el tambor o caminando sin parar. Todas las mañanas veía en ese rostro, lo que nunca había visto con tanto entusiasmo... El Placer de Vivir.

Hoy Thièrry tiene trece meses de vida y hace unos tres dejo de verme con esa expresión que lo acompaño durante su primera etapa. Todavía sonríe, no me malinterpreten, pero no será jamás “esa” sonrisa.

Con las nuevas experiencias que esta viviendo, con las nuevas obligaciones que tiene en su día a día (aprender a caminar, a hablar, no ensuciar, no llorar, etc.) el pobre Bebe ya no tiene tiempo para regalar “esas” sonrisas a su Padre.

Es para meditar la cantidad de cosas que nos perdemos a medida que nos vamos adaptando en estas sociedades cada vez mas estúpidas. Conocimientos que década a década pierden todo su valor o rigurosidad científica: alguien se acuerda cuando nos enseñaban en nuestras aulas escolares que existían 9 planetas dentro de 1 sistema solar? Con esa respuesta hoy a nuestros hijos los expulsan del colegio. O que el volcán mas grande de América era el Aconcagua? Es el Ojos del Salado (Noticia publicada hace cuatro dias). Una sarta de lecciones de historia o geografía que en definitiva no sirven para nada.
Como de nada sirve reprimir a ese niño que pinta en los colegios trazos sin sentido, su profesor le dirá mira el punto de fuga, fíjate en la proporción, mantén el equilibrio en el papel. Esas pequeñas enseñanzas que terminaran aburriendo al niño y diciendo: no sirvo para dibujar mejor me dedico a otra cosa.
Dejemos, entonces, a nuestro hijos vivir la vida como ellos la quieran y que descubran las cosas con ojos mas abiertos que los nuestros.

La idea de estas reflexiones es mirar las cosas desde el punto de vista que teniamos cuando no teniamos raices que nos cortaran las ganas de despegar.